
El trabajo de Maria es particular. Ella tiene una pasión por el mundo de la narrativa y busca expresarlo en cada una de sus obras que no se limitan a la ilustración, pues también crea obras en volumen que buscan complementar ese universo tan único que le pertenece. Maria es una gran artista que sabe cómo crear personajes que habitan mundos en los que ocurren cosas reales, tiene un magnifico uso del color y, por si fuera poco, sabe cómo narrar una historia. Les dejamos su entrevista y no olviden seguirla en instagram para no perderse ninguno de sus dibujos! @maria.orozco.ilustracion >

¿Cómo iniciaste en el mundo de la ilustración?
Desde niña dibujé, mancharme las manos con acrílicos era algo que me encantaba hacer. Por eso cuando me tocó elegir carrera me decidí por estudiar Artes Visuales. En ese momento estaba segura de que me dedicaría a pintar murales y cuadros gigantes. Cuando estaba estudiando, la hermana de mi mejor amiga que tenía una editorial independiente de libros de poesía me invitó a ilustrar nueve poemas sobre bichos.
A raíz de eso comencé a interesarme por el mundo del libro de artista, de la edición independiente y la ilustración. Hacía libros chiquitos, de tirajes limitados.
Pero fue realmente hasta 2018 que tomé la decisión de enfocarme, y estudiar ilustración. Tomé varios talleres y un diplomado. Tengo casi dos años ilustrando, ya sean proyectos personales o en colaboraciones.
¿Qué relación encuentras entre crear objetos tridimensionales como tus esculturas con papel y el dibujo?
Es una pregunta bien complicada, porqué es una que constantemente me estoy haciendo y no siempre encuentro respuestas.
Empecé haciendo figuras de cartonería y papel maché para ofrendas de Día de Muertos, que es posiblemente mi tradición favorita.
Poco a poco me di cuenta que para la planeación de las ofrendas me gustaba que contaran una historia. Por ejemplo en 2019 le dediqué la ofrenda a José Guadalupe Posada, “Del taller al Panteón”, en la que a partir de algunos de sus grabados hice calaveras que cobraban vida en el taller, con la tinta, el tórculo y las gubias y conforme avanzaba la ofrenda, las calaveras caminaban al panteón. Las ofrendas son una oportunidad para ilustrar, por así decirlo, porque para mi, la parte narrativa de la ilustración, es la que más me interesa explorar.
También estoy en constante búsqueda por relacionarme desde la tridimensionalidad y plasticidad de la cartonería y así comenzar a ilustrar. Pero es algo complejo, pues son lenguajes visuales distintos, el de la bidimensionalidad que tienen mis ilustraciones y el escultórico de mis calaveras y demás figuras de cartonería.

Nos encanta lo expresivo de tus trazos ¿Cómo llegaste a esa abstracción?
Un hábito que no suelto es el del dibujo diario en una libreta. Desde 2016 lleno una nueva mes con mes. Pero donde hay un punto de quiebre en mi trabajo es sin duda en las libretas del año pasado, en el que me animé a jugar con color, algo que nunca había hecho.
A inicios del año pasado conseguí unos óleos pastel super económicos y me puse a experimentar haciendo retratos. Con la cuarentena esos retratos se transformaron en la sala de mi casa, en mi recámara, mis gatos y las personas de mi cotidiano.
Estuve dibujando sin parar todo 2020, constantemente buscando nuevas formas de usar el material, jugando con los contrastes, las formas y las expresiones de las personas.
Y en eso sigo, dibujando cuando estoy cansada, cuando tengo dudas, cuando recuerdo, cuando juego, cuando estoy adentro y cuando estoy afuera, cuando estoy contenta y cuando estoy triste. Dibujo.
¿Cuáles son las historias que te interesa retratar en tus dibujos?
Me gustan las historias que se esconden, las que cuentan la vida cotidiana de las personas. Cuando dibujo ciudades, me gusta imaginarme que sucede dentro de los edificios, de las casas, igual cuando miro personas pasar.
Me gusta hablar de personajes escondidos, de sus vidas, de esos momentos de silencio e intimidad que suceden. Creo que en esos huecos de historias escondidas es donde surgen mis ilustraciones.

¿Cual ha sido el proyecto que más te ha emocionado como ilustradora?
Ahora estoy trabajando en un proyecto personal, de libro álbum, sobre la poetisa argentina Alfonsina Storni. Primero hice cuatro ilustraciones que acompañaban la canción de Alfonsina y el Mar, pero con el paso del tiempo se han convertido en un proyecto muy diferente, entre más leo sus poemas y conozco sobre su vida me emociona contar un poco sobre ella.
¿Cuál sería tu sueño como ilustradora?
Mi sueño sería impactar de alguna manera positiva a alguna persona que se identifique con mi trabajo.
De niña tenía un libro que leía y leía “Línea en el jardín de Monet”. Es la historia de una niña y su vecino el Sr. Bloom que viajan a Paris y visitan el jardín de Monet. Me encantaba la historia y las ilustraciones, además de las pinturas de Monet que aparecen en el libro. Ese libro me marcó, pues fue fundamental para que escogiera la carrera que estudié, en ese momento quería dedicarme a pintar, así como Monet.
Y es chistoso, porque aunque me alejé de la pintura y me dedico a la ilustración, igual Línea me ha acompañado todos estos años.

¿Digital o analógico? ¿Por qué?
Ambas. De lo analógico me encanta mancharme las manos, probar nuevos materiales, jugar con los colores, hacer texturas con tintas o barras. Pero una vez que tengo todo trazado, siempre recurro a lo digital. Es algo que he ido aprendiendo en el camino, probando filtros y funciones de Photoshop, y ahí armó la ilustración final.
Si tus dibujos fueran un libro ¿Cuál serían?
Que complicado responder, hay tantos libros tan increíbles, pero creo que sería “A cada quien su casa” de Chiara Carrer, que siempre que lo leo, me lleva a reflexionar sobre mi historia de vida, mi familia y la casa de mis abuelos, en la que crecí.
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Jesús Cisneros, Violeta Lopiz, Varya Yakovleva, Chiara Carrer y Aldo Jarrillo.
Uno de pilón, José Guadalupe Posada, su trabajo es inagotable.